Etiquetas

domingo, 17 de marzo de 2013

Tu número infinito.

Después de pasarme toooooooooodo el día colgada al teléfono hablando contigo, lo primero que se me ha ocurrido hacer ha sido contárselo en mi diario que grita mis secretos a voces.

Le quiero, más de lo que pensé que podría querer a nadie. Él es inigualable, el puto amor de mi vida. Espero que no lea esto, porque me mataría de la vergüenza. 

Cuando sonríe hace que mi corazón lata a mil por hora. Cuando tengo miedo, lo primero que hago es llamarle, y él, sin echarme nada en cara, aunque esté dormido, me coge, me escucha y me entiende. Y eso hace que me enamore mucho más de él.

Recuerdo cuán miedo tenía antes al amor, a ese sentimiento que se  suele definir con un corazón atravesado por una flecha de cupido. Pues bien, cupido me lanzó una flecha con punta de oro a mí. Doy gracias a Dios que a él no le lanzó una de punta de plomo que le hiciese huir de mí. Se quedó conmigo, aún no lo comprendo.

¿Por qué me quieres? ¿Por qué? No me quejo de ello, simplemente me parece incomprensible. Y ahora, es cuando te cabreas y me riñes por lo que acabo de decir, porque, de una forma inexplicable, tú me ves perfecta. Igual que yo a ti. Ya no quiero vivir sin ti, Arturo. No podría vivir sin ti. Ni quiero hacerlo.

Estoy deseando a cenar para volver a llamarte y pasarme muchas más horas hablando contigo.

Te quiamo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario